Suecia enfrenta acusaciones de "secuestrar" a niños musulmanes
Acusadas de "secuestrar" sistemáticamente niños de familias musulmanas, las autoridades de Suecia intentan combatir las denuncias como una campaña de desinformación, en medio del recelo de las familias de migrantes y manifestaciones con aires de complot.
A fines de 2021 aparecieron los primeros videos ampliamente difundidos en las redes sociales que mostraban a niños en pánico, sus padres llorando, algunos de ellos durante la intervenciones de los servicios sociales, sin o con muy poco contexto.
Hubo luego denuncias virales según las cuales el país nórdico sería un estado fascista que secuestra a los niños musulmanes para entregarlos a familias cristianas, que los obligarían a beber alcohol y comer carne de cerdo.
Preocupado por la creciente controversia, citada en varios medios de Oriente Medio, el gobierno sueco salió a desmentir la campaña.
"Nosotros no hicimos absolutamente nada", declaró el ministro de Migración e Integración, Anders Ygeman, en una entrevista con la AFP.
Aseguró que la campaña es impulsada "en parte por padres enojados que fracasaron en su educación y quieren culpar a las autoridades suecas".
"Pero también hay fuerzas malintencionadas que quieren explotar la frustración de los padres y sembrar la desconfianza y la división en la sociedad sueca", agregó.
- "Asuntos islámicos" -
El papel de la plataforma de videos "Shuoun Islamiya" ("Asuntos Islámicos"), que ha difundido cerca de 20 videos acusadores, y una página de Facebook llamada "Barnens rättigheter, mina rättigheter" ("Los derechos de los niños, mis derechos"), han sido particularmente cuestionados, como también los imanes radicales.
La recién creada Agencia de Defensa Psicológica afirma que muchos videos son viejos y los usan para "polarizar".
Para Julia Agha, directora del medio sueco en lengua árabe Alkompis, la entrada de actores extranjeros, incluidos influentes islamistas, "agregó un filtro religioso" y contribuyó a crear "una campaña de odio contra Suecia".
En un país que ha otorgado asilo o reunificación familiar a más de 400.000 personas en la última década, el rechazo se expresa también en la calle.
Varias manifestaciones ocurrieron este mes en Estocolmo, Gotemburgo y el fin de semana pasado en Malmö, con pancartas de "arresten a los secuestradores de nuestros niños" y denuncias de violación y abuso sexual de menores.
Mariya Ellmoutaouakkil, una madre de familia de 35 años quien llegó a Suecia desde Marruecos hace 12 años, organizó una manifestación contra los servicios sociales de la pequeña ciudad de Gallivare, en el norte del país.
Dos de sus tres hijos, de 6 y 19 años, fueron puestos bajo cuidado el año pasado por sospecha de violencia familiar.
Según ella, la decisión depende de las entrevistas realizadas por los servicios sociales con sus niños, a las cuales ella no tuvo acceso.
Reconoce que no se trata de un "secuestro", pero entiende por qué los padres usan esa palabra.
"Para mí, como madre, puede comenzar a parecer un secuestro. Cuando como padres no obtenemos respuesta, puedo entender que se use esa palabra", señaló.
Para Mikail Yuksel, fundador del partido "Nyans", uno de cuyos objetivos es defender a los musulmanes de la "islamofobia" en Suecia, descartar toda la campaña como "desinformación" es una forma muy conveniente de evadir las críticas a la ley UVL, que rige la colocación de los niños.
- Estadísticas -
"Las estadísticas de los servicios sociales muestran que los niños de padres nacidos en el exterior tienen dos veces más posibilidades de ser colocados que los de padres nacidos en Suecia", aseguró.
En 2020, 9.034 niños en Suecia fueron colocados por la fuerza como último recurso, según la autoridad a cargo de los servicios sociales.
"Solo cuando estas medidas voluntarias no sean posibles y exista un riesgo considerable de que la salud y el desarrollo del niño se vean afectados, se puede aplicar la UVL", aseguró a AFP la autoridad de servicios sociales.
En el primer país en prohibir los azotes y toda violencia física contra los niños hace más de medio siglo, y donde los derechos de los niños se enseñan desde el jardín de infancia, las diferencias culturales pueden ser difíciles de superar.
"Cuando uno viene de Suecia, debe saber que aquí actuamos siempre por el bien del niño, no de los padres", destacó la primera ministra sueca, Magdalena Andersson.
D.Richter--MP