La reconversión de los excriadores de visones en Dinamarca
El granjero Poul Erik Vestergaard nunca había imaginado que iba producir cerveza a los 62 años, pero el sacrificio obligatorio de sus 15.500 visones durante la polémica campaña realizada por las autoridades danesas en 2020 lo obligó a la reconversión.
Después de más de 24 meses luchando contra el riesgo de una variante del covid-19, Dinamarca volvió a autorizar la cría de animales de peletería a partir del 1 de enero.
Pero Poul Erik no piensa retomar la labor. "La granja podrá utilizarse para otras cosas", afirma el sexagenario a la AFP mostrando su granja de cien hectáreas.
La mayor parte de las 1.000 explotaciones dedicadas a la cría de visones que existían en Dinamarca, otrora número uno mundial, hizo la misma elección, dejando "granjas fantasmas" en el oeste del país, donde se concentraba la actividad.
Poul Erik afirma que no está amargado.
En 1986 había comprado la granja de su padre, donde entonces reinaban las vacas lecheras. Comenzó la cría de visones con 50 hembras e hizo prosperar el negocio con la ayuda de su hijo, que se unió a él en 2006.
Pensaba pasarle la antorcha a su hijo pero en noviembre de 2020, cuando Dinamarca impuso -sin fundamento jurídico suficiente en aquel momento- el sacrificio sistemático de estos animales.
Una mutación problemática del coronavirus acababa de detectarse en ciertos animales, que podían contraer el covid-19 y recontaminar al hombre.
Sin un caso positivo entre sus mamíferos, todas las pieles de Vestergaard pudieron ser vendidas.
- Subsidios -
Después de la angustia de respetar los plazos fijados y de ver desaparecer su actividad, el agricultor danés se encontró sin trabajo.
Martin, su hijo, volvió a su oficio de electricista mientras desarrollaba su pasión por la cerveza, elaborándola en su cocina con un amigo de la infancia, Thomas.
"Tenían este hobby y era evidente que había que pasar al nivel superior", explica el antiguo ganadero. "Es un nuevo capítulo", destaca.
"Tuvimos la oportunidad de pedir dinero para iniciar un nuevo negocio donde había una granja de visones y obtuvimos una cierta cantidad", detalla el hijo.
Ambos deben recibir un millón de coronas (142.500 dólares) de bonificación por la reconversión.
De las 200 solicitudes recibidas, unos 60 empresarios recibieron subsidios en el marco de un programa establecido por una región de Jutlandia, en el oeste de Dinamarca, donde se concentraba la mayor parte de la ganadería.
Otros se convertieron en panaderos, cultivadores de fresas o crearon granjas pedagógicas.
"Es un sistema muy popular", subraya Bent Mikkelsen, responsable del plan de la región de Midtjylland. En la actualidad, estima que todos los antiguos ganaderos que no se jubilaron vuelven a trabajar.
Con Thomas Jeppesen su socio, Poul Erik y Martin compraron el material de una microcervecería con nueve barriles de caoba.
Para hacer frente a sus costos, con el reciente aumento de los precios de la electricidad, planean instalar paneles solares.
"No creo que el gobierno permita que la cría de visones se desarrolle nuevamente", afirma Martin.
Pero un puñado de entusiastas sí quiere retomar la ganadería. Hay pocos países exportadores mundiales en este sector, tan criticado por los defensores de los animales.
Todos están en Jutlandia y uno de los criadores ya compró unos 2.000 visones. Pero el reinicio será lento y difícil hasta poder contar con animales de calidad, según los profesionales.
O.Braun--MP