Gabrielzinho, el fenómeno brasileño de la natación paralímpica
Lo llaman Gabrielzinho, o pequeño Gabriel, pero pese a su 1,21 metros de altura, este talentoso brasileño es un gigante de la natación paralímpica.
Gabriel dos Santos Araujo, de 22 años, busca el triplete en París (28 de agosto-8 de septiembre), después de ganar dos medallas de oro y una de plata en los Juegos de Tokio hace tres años.
"Me llamo Gabrielzinho y voy a ganar tres medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de París", dijo el joven nadador, con una gran sonrisa, antes de recibir un beso en la frente del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en una ceremonia oficial celebrada el mes pasado en Brasilia.
Cuando no está haciendo largos en la piscina de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais (sureste), Gabrielzinho cultiva su popularidad en Instagram, donde tiene 50.000 seguidores.
Pero como no tiene manos ni brazos, navega por la pantalla de su teléfono con los dedos de los pies.
También es así como el brasileño utiliza el 'joystick' de su consola de videojuegos, sobre todo de fútbol, su otra gran pasión.
Para comer, se agacha para recoger la comida del plato con la boca, y después de las comidas se mete un cepillo de dientes eléctrico entre los dedos de los pies.
"He perdido la cuenta de los obstáculos que tengo que superar cada día, pero eso me hace más fuerte", explica a la AFP.
"Lo que más me impresionó al principio fue su destreza fuera de la piscina. Tiene una gran coordinación motriz y es muy inteligente, lo que le permite superar todos estos obstáculos a diario", explica su entrenador, Fabio Pereira Antunes.
"Y cuando lo vi en el agua, descubrí todo su potencial. Tiene mentalidad de campeón y sabe manejar la presión", prosigue.
- Ondulaciones -
Gabrielzinho padece focomelia, una malformación causada por la detención del desarrollo de uno o más miembros durante el embarazo. En su caso, el brasileño tiene muñones en los hombros y las piernas atrofiadas, pero puede andar con los dos pies.
"Me enteré en el quinto mes de embarazo. Obviamente, fue un shock, pero luego empecé a leer sobre el tema para estar preparada para cuidarlo lo mejor posible", cuenta su madre, Ineida Magda dos Santos, profesora jubilada.
"Queríamos que tuviera una infancia normal, así que lo llevamos a un club con piscina. A los cuatro o cinco años ya sabía nadar, aunque no tenía brazos. Creo que es un don que ha recibido de Dios", se maravilla.
Para nadar, Gabrielzinho ondula en el agua como un delfín, con movimientos pélvicos. Una técnica desarrollada durante largas sesiones de entrenamiento seis veces por semana, de lunes a sábado.
En la piscina, pero también al aire libre, se entrena con ejercicios de musculación, sobre todo de las vértebras lumbares, los músculos abdominales y el suelo pélvico.
Gabrielzinho descubrió la competición a los 13 años, en 2015, durante un torneo escolar.
"Un profesor lo inscribió sin consultarme y ganó cinco medallas. Desde entonces, no ha parado", cuenta su madre.
- Baile de celebración -
El brasileño alcanzó la gloria en los Juegos de Tokio con 19 años, demostrando una extraordinaria fortaleza mental poco después de sufrir una terrible noticia.
Días antes de su participación en la competición, cuando ya se entrenaba en Japón, se enteró de la muerte de su abuelo, al que estaba muy unido.
Comenzó su medallero en Tokio con la plata, por su segundo puesto en los 100 metros espalda S2 (la categoría para los nadadores con discapacidad más severa). Curiosamente, su abuelo era llamado "pratinha" (pequeña plata).
Después subió dos veces a lo más alto del podio, en los 50 m y 200 m estilo libre S2. Y cada vez hizo un bailecito de celebración, una de sus señas de identidad.
Su objetivo en París: defender sus dos títulos paralímpicos, "convertir en oro su medalla de plata en los 100 m espalda" y "bailar mucho" una nueva coreografía que prefiere mantener en secreto.
O.Braun--MP