Los ángeles guardianes de las casas deshabitadas por la migración en Cuba
Alfredo García, un cubano de 58 años, cada semana cruza la calle para abrir ventanas, barrer y regar las plantas de la casa de su vecina que partió al extranjero con el éxodo migratorio que ha dejado a Cuba un débil mercado inmobiliario y hogares vacíos.
Como otros cubanos, Alfredo se ha convertido en guardián de esta vivienda. Antes de marcharse con su familia a España hace seis meses, la mujer le pidió que cuidara de su hogar, que mantuviera las luces encendidas y le diera vida al sitio para evitar robos. Solidario, García cumple invariablemente cada semana con el encargo.
En el complejo de cuatro departamentos, ubicado en un barrio acomodado del oeste de La Habana, dos viviendas están vacías. Los que solían ser sus vecinos más cercanos en esa calle se han ido.
"Yo soy el único que me he quedado, todos los amigos míos de esta cuadra emigraron", dice Alfredo a AFP un poco nostálgico.
Con el temor de poner en riesgo las propiedades de sus familiares emigrados, una jubilada de 72 años pide el anonimato para poder contar que ha tenido que partirse en cuatro para cuidar las casas de su hermano, cuñada y prima, que partieron hacia Estados Unidos en los últimos dos años, además de vigilar la de su hija residente en España desde hace siete.
"Las abrimos y estamos uno o dos días en cada casa" una vez al mes, dice la mujer que tiene su propio hogar en el este de La Habana y paga las cuentas de todos para que los inmuebles funcionen como si sus dueños se hubieran ido ayer.
La profunda crisis económica que afecta a Cuba, con escasez de comida, medicamentos, combustible y apagones constantes, catapultó una emigración sin precedentes desde el triunfo de la revolución en 1959.
Según datos oficiales, la población cubana cayó de 11,1 millones de habitantes en el último censo de 2012 a menos de 10 millones este año.
Más de 700.000 cubanos emigraron a Estados Unidos de manera irregular y regular entre enero de 2022 y agosto de 2024, de acuerdo con la oficina de aduanas y protección fronteriza estadounidense. Esto sumado al flujo hacia países de América Latina y Europa del que no existen cifras globales.
- "Se vende con todo adentro" -
Esta situación deprimió el mercado de bienes raíces que había florecido después de que Raúl Castro autorizara en 2011 la compra y venta de casas y que se disparó con el breve deshielo entre La Habana y Washington bajo la presidencia demócrata de Barack Obama (2009-2017).
La "crisis multisistémica y ola migratoria hunden el mercado inmobiliario", dice Emilio Morales, economistas radicado en Miami, en un reporte publicado por la consultoría Havana Consulting Group, que analiza el problema en diferentes ciudades cubanas.
Raidel González, un chofer de 34 años, sueña con emigrar. "Lo que quiero es irme con mi familia a México", dice vía telefónica. Hace siete meses puso su casa en venta en una página de bienes raíces en Facebook.
Lamenta tener que bajar hasta 10.000 dólares el precio del inmueble de cinco habitaciones y una pequeña pileta en el patio.
"El problema es que las personas están casi regalando las casas para juntar algo de dinero e irse", dice a condición de anonimato otra mujer que no logra vender su departamento en Cerro, un populoso barrio habanero.
Algunas familias colocan anuncios en fachadas o redes sociales de "se vende con todo adentro" o "es llegar y vivir", pensando en irse y dejar todas sus pertenencias.
Durante décadas este mercado estuvo ausente en Cuba. Al principio de la revolución las viviendas de los que huyeron fueron expropiadas, el gobierno las dividió para familias pobres. Poco después aprobó la "permuta", una figura de intercambio de propiedades.
Nadie podía vender y el que se iba del país perdía su casa, pero Raúl Castro, ahora retirado, implementó una política migratoria que permitía conservar propiedades a los que volvían del exterior antes de dos años.
Para fortalecer el vínculo con los cubanos emigrados, Cuba aprobó una ley que entrará en vigor en octubre y que garantiza la propiedad de las viviendas, sin importar el tiempo que sus dueños permanezcan fuera del país.
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A.Gmeiner--MP