El Bósforo se queda sin peces por la sobrepesca, la contaminación y el tráfico marítimo
Con los brazos cruzados y los rostros tristes, los pescadores observan desde la orilla cómo un barco de pesca iza su enorme red en las aguas del estrecho del Bósforo, en Estambul, cada vez con menos peces por la sobrepesca, la contaminación y el tráfico marítimo.
"¡Vamos, vete!", gritan los hombres en dirección de la embarcación, impacientes por volver a hundir sus anzuelos en el agua.
"Llevo aquí desde las 6 de la mañana pero el barco lanzó su red frente a nosotros y nos está bloqueando por completo", lamenta Mehmet Dogan, que de momento solo pudo pescar un bonito de unos 40 cm.
Estamos en plena temporada del "palamut" --el bonito, una variedad de atún-- en el Bósforo. Miles de estos peces vienen del mar Negro y pasan por el estrecho rumbo al mar de Mármara y luego hacia el Mediterráneo.
Pero las redes de la pesca profesional, de más de mil metros de largo, dejan pocas posibilidades a los aficionados como Mehmet, apostados a lo largo de los 30 km de orilla.
"Esta es la vía de entrada de los peces. Ni siquiera tendrán tiempo de poner sus huevos", dice Murat Ayhanoglu, en la cala de Kireçburnu, donde también hay un arrastrero de 35 metros, el "Görenler II", con su tripulación haciendo esfuerzos para levantar una pesada red.
"Cuando están ahí, ni vale la pena intentar pescar nada", lanza enfadado este hombre de unos 50 años, que explica que escasean especies como el jurel, la anchoa o el bonito. "El Estado debe encontrar una solución", afirma.
- "Licencia para matar" -
Según Saadet Karakulak, profesor de la facultad de Ciencias Acuáticas de Estambul, la pesca en el Bósforo pasó de unas 500 o 600.000 toneladas anuales a 328.000 toneladas recientemente, "la prueba de que las poblaciones están disminuyendo".
Pese a ello las autoridades habían propuesto cerrar el Bósforo al tráfico media jornada, el 6 de noviembre, para facilitar el trabajo de los cerqueros y arrastreros industriales.
Finalmente el Ministerio de Transporte abandonó la idea por las protestas de científicos y oenegés, que denuncian "una carrera a la sobrepesca en un corredor biológico" de primera magnitud.
"El 6 de noviembre dieron licencia para matar", dice indignado Bayram Öztürk, director del departamento de Biología Marina de la Universidad de Estambul y de la Fundación Tudav para la investigación marina.
"Hoy en día no podemos hacer cosas así. Las poblaciones están en peligro, a veces hemos llegado al umbral crítico, como en el caso del lenguado, el esturión o el pez espada. Tenemos que pensar en la sostenibilidad", advierte, pidiendo cuotas para ciertas especies.
Öztürk también cita los plásticos, la contaminación urbana y la intensidad del tráfico marítimo entre las amenazas para el Bósforo, uno de los estrechos más transitados del mundo.
Por sus aguas pasan más de 200 barcos cada día, incluyendo portacontenedores, petroleros del Caspio y graneleros, como los que vienen de Ucrania.
"Y el estrecho solo tiene 760 metros de ancho en su punto más estrecho", señala, pidiendo una gestión a escala regional porque "los peces no tienen pasaporte".
Amarrado en el muelle, el "Serkan Karadeniz" espera a que se libere la bahía para salir a echar sus redes. A bordo, el capitán Serkan "siguió al bonito" desde el mar Negro.
Esta barco proviene de Samsun, en el mar Negro (norte), mientras que el "Görenler II" tiene su base en Canakkale, en el mar Egeo (oeste). Pero todos convergen aquí.
"Con más de 300 arrastreros, la competencia es feroz", dice el capitán que pesca bonito esta temporada aunque normalmente suele centrarse en la anchoa.
Según Erdogan Kartal, de 60 años, jefe de una cooperativa pesquera de Estambul que agrupa a 2.000 pescadores, "los peces disminuyeron realmente de tamaño, se están volviendo cada vez más pequeños".
"¿Dónde están las hermosas caballas de antaño? No vemos más", asegura, pidiendo límites de tamaño y cuotas.
H.Erikson--MP