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La difícil integración de los refugiados ucranianos en una Hungría cercana a Rusia
La difícil integración de los refugiados ucranianos en una Hungría cercana a Rusia / Foto: Attila Kisbenedek - AFP

La difícil integración de los refugiados ucranianos en una Hungría cercana a Rusia

Al gobierno húngaro le gusta presumir de la hospitalidad que brinda a los refugiados ucranianos, pero la mayoría solo están de paso, y para los que se quedan la integración en un país cercano a Moscú es todo un reto.

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El papa Francisco se reunirá el sábado en Budapest con refugiados ucranianos. Antes de emprender su viaje, llamó a "no olvidar a nuestros hermanos y hermanas ucranianos".

Desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, más de un millón de ucranianos han pisado suelo húngaro, pero solo 35.000 pidieron el estatuto de "protección temporal", según datos de la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Es mucho menos per cápita que en otros países vecinos de Ucrania, como Polonia o Rumania.

La ambigua postura del primer ministro Viktor Orbán sobre el conflicto no anima a los refugiados ucranianos a quedarse en Hungría.

El líder nacionalista, que se niega a enviar armas a Kiev, no ha realizado ninguna visita a Ucrania, a diferencia de otros líderes europeos, y mantiene estrechos vínculos con el Kremlin.

"La propaganda del gobierno húngaro es percibida por los ucranianos como prorrusa", dijo a la AFP un cooperante, que pidió el anonimato. "Su vida cotidiana no se ve afectada, pero crea malestar", estimó.

Un tercio de los húngaros culpa tanto a Kiev como a Moscú por la guerra, según una encuesta reciente, una percepción alimentada por el discurso de los medios favorables al poder.

Budapest no ha dejado atrás una antigua disputa vinculada con la asimilación lingüística de la minoría húngara del oeste de Ucrania, que cuenta con unos 100.000 miembros.

"Mientras acogemos a niños ucranianos en nuestras escuelas", instituciones húngaras en Ucrania "corren el riesgo de cerrar" debido a la política de Kiev, acusó el mes pasado el ministro de Relaciones Exteriores, Peter Szijjarto.

- Hostilidad hacia los migrantes -

Ante estas tensiones, el gobierno rechazó las solicitudes de financiación de una escuela de lengua ucraniana en Budapest, denunció Viktoria Petrovszka, una ucraniana responsable del grupo de ayuda Unity. El ministerio del Interior no respondió a las solicitudes de la AFP al respecto.

Unity, que organizaba eventos culturales antes del conflicto, ofrece ahora consejos, ofertas de empleo y cursos para facilitar los trámites administrativos de los recién llegados.

Debido a la dificultad de la lengua húngara, con sus 44 letras y 35 terminaciones verbales, los niños "prefieren estudiar en casa o por internet", explicó la mujer.

Dina Biktagirova, que huyó de Kiev con sus cuatro hijos, sigue las lecciones de húngaro con asiduidad porque "no se sabe cuánto durará la guerra y cuándo podremos volver".

Un esfuerzo necesario para vencer las barreras. Según Bohdana Kokhanyuk, que tiene un centro de acogida en la capital, "cuando las madres solas que no hablan húngaro hacen llamadas para encontrar un departamento, los propietarios a menudo les cuelgan el teléfono".

"La sociedad húngara no es realmente acogedora", estimó la joven de 28 años, oriunda de Ucrania.

La estructura que gestiona, Vitae, deberá cerrar sus puertas tras una reducción de los fondos asignados a través de la Cruz Roja local. Sus 60 residentes tendrán que mudarse a una ciudad más barata, a una hora de Budapest.

Más de un año después de la invasión rusa, la acogida espontánea debe convertirse en apoyo a largo plazo, a través de ayudas a la vivienda, una escolarización duradera y un acompañamiento psicológico, estimó Aniko Bakonyi, del Comité húngaro de Helsinki (HCC).

"Pero los actores no estatales, como los municipios o los gestores de estructuras de acogida, tienen que arreglárselas como pueden, sin apoyo del gobierno para que los ucranianos rehagan su vida", añadió.

Bajo los auspicios de Viktor Orbán, ferozmente anti-migrantes, Hungría construye vallas en sus fronteras y restringe la presentación de solicitudes de asilo a las embajadas en el extranjero.

El año pasado, solo 18 personas obtuvieron el estatuto de refugiados, lejos de la afluencia migratoria sin precedentes observada en otras partes de la UE desde el 2015.

Y.Hube--MP