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Sueños rotos y esperanzas de exilio entre los jóvenes palestinos de Líbano
Sueños rotos y esperanzas de exilio entre los jóvenes palestinos de Líbano / Foto: Anwar Amro - AFP

Sueños rotos y esperanzas de exilio entre los jóvenes palestinos de Líbano

En el campo de refugiados de Shatila, a las puertas de Beirut, los jóvenes palestinos no tienen más que sueños rotos y, en muchos casos, una sola ilusión: abandonar un país que no los quiere.

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"Hay una especie de desesperación", dice a AFP Nirmeen Hazineh, una palestina de 25 años descendiente de huidos de la "Nakba" o "catástrofe", como denominan muchos árabes la creación del Estado de Israel en 1948, sinónimo de éxodo para cientos de miles de palestinos.

"La emigración es la única solución. Hablas con cualquiera, y te dirá: 'Quiero irme', de forma legal o ilegal", añade esta joven con una sonrisa.

Ella también quiere irse "a un país que me respete, que me dé una oportunidad, un empleo", enumera esta diplomada en Sociología, que no encuentra trabajo en Líbano por las restricciones impuestas a los palestinos.

En las callejuelas del campo de Shatila, los retratos de militantes recientemente muertos en Cisjordania ocupada cortejan a los del histórico líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, subrayando el vínculo entre los palestinos del "interior" y los de la diáspora.

Unos 250.000 refugiados palestinos residen en Líbano, según una estimación de la ONU, que precisa que casi el doble están registrados en sus servicios, que no tienen en cuenta fallecidos y emigrados.

- "Privados de sus derechos" -

"Sin perspectiva y privados de sus derechos fundamentales, los refugiados palestinos intentan emigrar cuando es posible", explica a la AFP Dorothee Klaus, directora en Líbano de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA).

"No gozamos de nuestros derechos más elementales", coincide Mohammad Abdel Hafiz, un voluntario de la Defensa Civil palestina, que circula en motocicleta por las callejas del campo, demasiado estrechas para los coches.

"Hubiera querido ser ingeniero o médico, pero no puedo trabajar en esos sectores", lamenta.

Las autoridades libanesas tienen prohibido a los refugiados ejercer 39 profesiones, principalmente en los ámbitos de la medicina, el derecho o la ingeniería.

A sus 29 años, Mohammad sueña con emigrar a Occidente, pero las opciones de obtener un visado son casi nulas y las travesías clandestinas, peligrosas.

Tres jóvenes del campo murieron en un naufragio frente a las costas libanesas en septiembre, recuerda. "Murieron porque querían garantizarse un futuro", afirma.

Walid Othman, de 33 años, hubiera querido estudiar Ciencias Políticas para "defender la causa palestina en los foros internacionales".

Pero tuvo que interrumpir sus estudios antes del bachillerato y hacerse herrero "por la situación económica difícil", justifica el joven, cuya familia huyó de la región de Acre en 1948 y luego fue expulsada del campo palestino de Tall Zaatar, cerca de Beirut, arrasado en 1976 durante la guerra civil libanesa.

Sentado en una oficina del Frente Popular de Liberación de Palestina, del que es militante, este hombre barbudo se declara convencido de la existencia de un "complot para matar de hambre a los palestinos en Líbano y empujarlos a marcharse".

- Un país "en el corazón" -

El campo vivió su momento álgido cuando la OLP estaba en pleno apogeo, en los años 1970. Más tarde, en 1982, se convirtió en escenario de una masacre perpetrada por milicianos cristianos durante la invasión israelí de Líbano.

La alarmante situación de los palestinos se deterioró aún más con la grave crisis económica que azota a Líbano desde 2019. Más del 80% de ellos viven por debajo del umbral de la pobreza, según Klaus.

De los cerca de 30.000 palestinos que huyeron de la guerra en la vecina Siria, algunos llegaron hasta este campo y actualmente son los más necesitados, según la UNRWA, que adolece de un déficit presupuestario crónico.

En Siria, unos 400.000 refugiados palestinos se han registrado ante esa organización y tienen acceso al mercado de trabajo. En Jordania hay alrededor de 2,3 millones y gozan de los mismos derechos que el resto de habitantes.

Según el discurso oficial, si las autoridades libanesas mantienen a los refugiados palestinos en esa situación tan precaria es para impedir que echen raíces, y propiciar que más adelante puedan regresar a tierras palestinas.

"Ningún palestino, viva donde viva, aunque viva bien, puede olvidar Palestina", asegura Mohammad Abdel Hafiz. "Todo el mundo nace en un país pero nosotros nacemos con nuestro país en el corazón".

T.Gruber--MP