El tráfico de armas prospera en el este de Sudán en guerra
Cuatro meses después del inicio de la guerra en Sudán, los traficantes de armas se afanan en cubrir una demanda que no para de crecer.
"¿Quieres un Kalashnikov? ¿Un rifle? ¿Una pistola?", pregunta entre risas un traficante de 63 años conocido como Wad al-Daou.
"La demanda es tan grande que ya no logramos cubrir todos los pedidos", comenta este hombre en un mercado cerca de la frontera de Sudán con Etiopía y Eritrea.
Los combates en Sudán estallaron el 15 de abril entre el ejército regular del general Abdel Fatah al Burhan y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), del general Mohamed Hamdan Daglo.
La guerra ha dejado miles de muertos, desplazó a millones e inundó los arsenales de un país ya cargado de armas.
Los comerciantes de armas dicen que los precios se dispararon, mientras las autoridades leales al ejército han reportado repetidas incautaciones de armas.
La prensa estatal informó de un tiroteo el 10 de agosto en la ciudad oriental de Kassala entre soldados y traficantes por una camioneta cargada de armas para las FAR.
Una autoridad de seguridad dijo que era una de las "tres mayores incautaciones de armas" en Kassala y cerca del puerto de Suakin, en el mar Rojo.
"Eso es además de las operaciones pequeñas", indicó el funcionario a la AFP bajo condición de anonimato.
- Modelos nuevos -
Pero los traficantes dicen que las autoridades no han podido contener el flujo de armas.
"Antes recibíamos un cargamento cada tres meses, pero ahora llega uno cada dos semanas", asegura Daou.
Incluso antes de la guerra, las autoridades intentaron frenar el flujo masivo de armas.
Al final de 2022, una comisión gubernamental encargada de decomisar armas ilegales calculó que había cinco millones de armas en manos de los 48 millones de habitantes de Sudán.
Esto excluye aquellas en manos de grupos rebeldes en los estados occidentales y sureños de Darfur, Kordofan del Sur y Nilo Azul, que tienen antiguas rutas de contrabando.
Pero desde el inicio de la guerra, ha habido varias "caras frescas" que intentan ganar dinero fácil, aseguró Saleh, otro traficante de armas que se negó a revelar su nombre real.
Es un "mercado en auge", aseguró el hombre de 35 años, tras bajarse de su nuevo todoterreno con dos teléfonos en la mano.
- "Encrucijada" -
En un video reciente, una tribu oriental de Sudán mostró a cientos de sus miembros con armas expresando su apoyo al ejército.
Una exhibición de fuerza como esa es costosa, con el precio de un Kalashnikov que subió a "1.500 dólares por rifle, desde 850 antes de la guerra", según Saleh.
Armas más avanzadas son aún más caras.
Un M16 estadounidense cuesta 8.500 dólares y un apetecido fusil israelí puede alcanzar 10.000 dólares.
Consultado de dónde provienen sus armas, Saleh cortó la conversación, indicando solo que "las ametralladoras y fusiles de asalto (...) vienen del mar Rojo".
"Los traficantes se aprovechan de la guerra en Yemen y la situación en Somalia" para hacer negocios por el sur del mar Rojo, señaló el funcionario de seguridad.
Indicó que "estos grupos están conectados a las redes internacionales de comercio de armas".
A lo largo de la costa sur de Tokar, cerca de Eritrea, los traficantes aprovechan una "débil presencia de seguridad", utilizando "puertos aislados y el terreno irregular" que otros no pueden navegar.
"La zona fronteriza siempre ha sido una encrucijada para el comercio de armas, gracias a los grupos armados etíopes y eritreos en guerra con sus gobiernos", añadió.
- "No preguntamos" -
Las armas convergen en la región poco poblada de Al-Batana, entre el río Atbara y el estado de Nilo Azul.
A finales de agosto, la policía allanó la zona e hirió a civiles en el proceso, según activistas.
Es allí donde Daou vende sus cargamentos a clientes que describe como "agricultores y pastores que quieren armas para protegerse".
Las autoridades insisten en que las armas encontradas en el este del país estaban destinadas a las FAR, que niegan categóricamente cualquier comercio ilícito.
"Somos una fuerza regular", dijo una fuente de las FAR en referencia a la antigua condición del grupo paramilitar como una rama auxiliar del ejército.
"Nuestras fuentes de armas son conocidas y no tratamos con traficantes. Los capturamos", afirmó a la AFP en condición de anonimato.
Pero para Saleh es irrelevante.
"Vendemos armas a la gente de Al-Batana", dijo. "No les preguntamos lo que harán después con ellas".
R.Schmidt--MP