Entre Rusia y la Ucrania ocupada, una frontera desdibujada
Para salir de Ucrania y entrar en Rusia, Tatiana, una habitante de la región del Donbás, sólo tiene que mostrar su pasaporte ruso, dar las gracias y cruzar tranquilamente la frontera.
"Se volvió más cómodo porque nos convertimos en rusos", resume sonriente esta mujer de 37 años que vive en Gorlivka, ciudad ucraniana controlada por Moscú, cerca del frente, y sometida a sangrientos bombardeos desde 2014.
Anteriormente, Tatiana tenía que pasar primero por la aduana de la autoproclamada república separatista de Donetsk y luego por la rusa.
"Había que cruzar dos fronteras. Esto causaba grandes y largos atascos", recuerda, entrevistada por la AFP cerca de un motel ruso en la frontera.
Tatiana explica que se dirige a la ciudad rusa de Taganrog, patria del escritor Anton Chéjov, para suscribir un seguro médico.
El paso fácil a Rusia es uno de los signos más visibles de la anexión reivindicada por Moscú de cuatro territorios ucranianos en septiembre de 2022.
Ilustra la voluntad del Kremlin de integrar rápidamente estos territorios, sin retorno posible, aunque la inmensa mayoría de la comunidad internacional, incluidos los aliados de Rusia, no reconoce estas anexiones, como la de Crimea en 2014.
En la misma lógica, el fin de semana pasado Moscú organizó elecciones locales en las zonas ocupadas, a pesar de los intensos combates que continúan allí.
El Kremlin distribuyó a los civiles locales cientos de miles de pasaportes rusos, sésamo necesario para moverse fácilmente y obtener ayudas sociales.
Cada día, miles de ellos, procedentes de Mariupol, Donetsk, Lugansk y otras ciudades ocupadas, viajan en autobús o en coche a Rusia.
- Cuanto más cerca de Rusia, más seguro -
Pero la frontera entre la guerra y la paz no desaparece tan fácilmente. En la carretera entre Taganrog y el cruce de Avilo Ouspenka circulan camiones militares marcados con los signos tácticos Z o V.
En el cielo, dos helicópteros de ataque rusos vuelan a media altitud.
"Cuanto más te acercas (a Rusia), más seguro te sientes", estima Tatiana, subrayando que la vida es peligrosa en Gorlivka.
En la frontera física persisten dificultades para los conductores de camiones, que siguen sometidos a controles minuciosos de la aduana rusa.
"Las reglas para el paso de los coches o de mercancías difieren mucho", explica Vlad a la AFP, un camionero de 26 años que pasa largas horas en su camión en cada tránsito.
Para los civiles que prefieren el tren, hay solo uno por día entre la estación de Avilo Uspenka, en Rusia, y la ciudad de Makivka, en Ucrania bajo control ruso.
Natalia, de 69 años, una empleada del servicio postal jubilada, espera este tren para volver a Amvrosivka, en Donbás.
"Nos gustaría tener más medios de transporte", comenta la mujer, que regresa de una visita a casa de unos familiares en Taganrog.
"Todavía no estamos en Rusia, pero esperemos que pronto sí", afirma conmovida cuando habla de los combates que asolan su región desde hace nueve años.
La zona de la "Operación Militar Especial", eufemismo utilizado por Moscú para referirse a su ataque en Ucrania, permanece estrictamente compartimentada.
Un taxista local explica que dos de sus pasajeros fueron detenidos recientemente por la aduana rusa cuando salían de la región ucraniana de Lugansk.
El hombre arrestado fue acusado de desertar de su unidad militar y la mujer que lo acompañaba, su madre, de haber querido ayudar a su hijo a regresar a su casa.
M.Schulz--MP