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Beduinos del Néguev temen quedar atrapados en el conflicto entre Israel y Hamás
Beduinos del Néguev temen quedar atrapados en el conflicto entre Israel y Hamás / Foto: Yuri CORTEZ - AFP

Beduinos del Néguev temen quedar atrapados en el conflicto entre Israel y Hamás

En el desierto del Néguev, en el sur de Israel, jóvenes beduinos se reúnen cerca de un coche dañado por un cohete disparado desde de la Franja de Gaza, temerosos de la guerra que está cada vez más cerca.

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Alaa Abu Jamaa contó que en la mañana del 7 de octubre le estaba llevando el desayuno a sus hijos en su casa de Ararat an-Naqab cuando Hamás lanzó su ataque general contra Israel.

Cuando llegó en su coche a la puerta de su casa, fue impactado por la fuerza de un cohete que estalló cerca de él y lanzó el auto a unos metros de distancia.

"No me podía mover", relató a la AFP. "Algunos jóvenes vinieron y me sacaron del auto. Mi pierna estaba herida con esquirlas y fui llevado al hospital. Permanecí allí tres días sin saber lo que ocurría, sin escuchar nada y sin dormir", dijo.

"Incluso ahora me despierto asustado y confundido", comentó.

Recordó que un niño de cinco años llamado Yazan "estaba parado en la puerta de su casa cerca de otro coche. Cuando estalló el cohete, el carro voló y se quemó junto a otros vehículos".

"Yazan murió, estalló en pedazos", contó Abu Jamaa.

Dijo que el cohete dejó un cráter de "más de tres metros de profundidad".

El padre de Yazan, Zakaria, un chófer, narró entre lágrimas que "estaba en Eliat la mañana del sábado cuando supe de la muerte de mi hijo. Volví en medio del bombardeo entre Hamás e Israel y vi a mi hijo en el hospital".

Su voz se entrecortó y no pudo seguir.

Arara an-Naqab es un poblado de mayoría árabe en el sur de Israel, a 25 km de Beerseba, cuya población se considera marginada, al igual que otros árabes beduinos del Néguev.

Muchos viven en poblados no reconocidos por Israel y enfrentan la confiscación de sus propiedades e intentos frecuente de demoler sus casas.

Los árabes descendientes de los palestinos que permanecieron en sus tierras tras la fundación del Estado de Israel en 1948 corresponden a 21% de la población israelí.

El 7 de octubre, combatientes de Hamás infiltraron el sur de Israel por mar, tierra y aire, en un asalto que dejó más de 1.400 muertos.

Israel respondió con incesantes bombardeos aéreos contra la Franja de Gaza, donde ha matado al menos 2.750 personas.

- Sin refugios -

En la aldea de Albat Kahla, construida con láminas de hojalata sobre las dunas de arena del Néguev, brotaron cactus y arbustos, entre las casas donde viven unas 1.200 personas.

El activista Ali Abu Sabih dijo que "no hay refugios (...) Cuatro personas murieron en la aldea: mi prima que hacía pan con su nieta de 10 años y dos hermanos de otra familia" debido a los cohetes.

Los pobladores indicaron que lograron que el ejército israelí les brindara algunos refugios de plástico resistente al fuego reforzado con acero.

Gilad, un oficial israelí que no quiso dar su nombre completo, dijo a AFP que cada "refugio tiene capacidad para 70 personas, no más de 100".

La población de Ararat an-Naqab es de más de 13.000 personas.

El oficial agregó que "hay 13 refugios como ese que vamos a repartir en la región, la instalación de cada uno lleva un día".

Otro oficial comentó que "la arena protege de los cohetes, pero si el cohete cae directamente, los refugios no dan protección total".

- Sin reconocimiento -

Walid al Hawashla, exintegrante del Knéset y jefe de socorro en la zona del Néguev, indicó que 18 personas murieron en la región, "seis de ellos por cohetes que cayeron en sus casas y 12 que trabajaban en la agricultura cerca de Gaza el primer día del ataque de Hamás".

Hawashla estableció en el Néguev una sala de emergencias afiliada al Movimiento Islámico, un partido árabe que trabaja en Israel, tras el inicio de la escalada.

"Envié una carta al presidente y el primer ministro pidiéndoles que nos brindaran refugios", dijo.

El comité islámico de socorro repartió unos 100 cilindros prefabricados de concreto reforzado con acero, que suelen servir como tubos de drenaje, para ser utilizados como refugios temporales con capacidad para 12 personas cada uno.

Pero los refugios están lejos de cubrir las necesidades de la vasta región desértica.

El presidente del consejo territorial de la aldea Atia al Aasam comentó que "la cantidad de árabes en el Néguev es de más de 300.000, y de ellos 150.000 están en 45 aldeas no reconocidas que no están conectadas al servicio gubernamental de electricidad, agua, clínicas o infraestructura".

"Cuando les pedimos instalar refugios, nuestros llamados caen en oídos sordos y nos dicen que estas aldeas no son reconocidas", mentó.

R.Schmidt--MP