Kemaliye, el pueblo turco obsequiado con el nombre del padre de la patria
Erigida a contraluz al pie del acantilado que se cierne sobre Kemaliye, la estatua dorada de Mustafá Kemal Atatürk, el padre de la nación turca, recuerda el pasado glorioso de este pequeño pueblo del este del país.
Atatürk, que significa "padre de los turcos", recompensó con su nombre la fidelidad de esta localidad de la Anatolia Oriental, encajada entre las montañas que rodean el Éufrates, a 1.200 km al este de Estambul.
"Todo el país hubiera querido llevar su nombre, pero él no habría aceptado jamás", asegura Haci Omer Yalçinkayalar, un hotelero jubilado de 73 años y admirador del fundador de la República de Turquía, nacida de las cenizas del Imperio otomano el 29 de octubre de 1923.
Desde 1919, el general Mustafá Kemal, héroe de la batalla de Galípoli contra los Aliados en la Primera Guerra Mundial, luchaba contra los países occidentales que ocupaban el Imperio desmembrado para fundar la nación independiente a la que aspiraba.
Sus fuerzas se encontraban en graves dificultades a las puertas de Ankara en 1921 cuando recibió un telegrama de los notables de Egin, una ciudad comercial mitad armenia en la encrucijada de Anatolia y el Cáucaso.
"Querido Pachá, tenemos 500 jinetes listos para partir a sus órdenes", decían según el relato de Haci Omer.
- "Orgullosas de él" -
Situada en la ruta de caravanas que enfilaban hacia Bagdad, Irán y Georgia, Egin era una localidad próspera como evidencian sus casas de piedra y madera, levantadas en el empinado flanco de la montaña, por las que en 2021 pidieron ser catalogadas en el patrimonio mundial de la Unesco.
El distrito contaba entonces con alrededor de 20.000 habitantes, casi 6.000 de ellos en Kemaliye, contra 1.500 residentes en la actualidad.
Aunque finalmente "no hubo necesidad" de enviar los jinetes, Mustafá Kemal no olvidó el gesto y, un año después, escribió al consejo municipal de Egin para ofrecer su nombre para la localidad.
"Esto nos honra: con la República, accedimos a la civilización. Nos llegó como un regalo", sonríe Haci Omer, que consagra su jubilación a la historia de la villa.
En el pie de la estatua, una placa recuerda: "Para agradecer al distrito el apoyo que aportó a la lucha nacional, su nombre fue cambiado de Egin a Kemaliye".
Desde entonces, cada 29 de octubre, fecha de la proclamación de la República, Kemaliye acoge grandes celebraciones: conciertos, torneos de fútbol, conferencias, banquetes...
En la familia de Güzide Tufekçi, la historia local se transmite con pasión: esta antigua profesora de literatura de 60 años, kemalista entusiasta, recuerda lo que las mujeres deben a Mustafá Kemal y a la República.
"Permitió la eclosión de mujeres turcas ilustradas, intelectuales. Tener acceso a la educación, a un oficio. Estamos orgullosas de él", explica.
Frente a la pequeña estación que da servicio a Kemaliye desde 1938 hay un modesto café convertido en un verdadero museo.
- "Nuestro protector" -
Su propietario Erdal Erdurk, de 59 años, ha colocado el retrato de Atatürk por todas las paredes (en color, blanco y negro, en uniforme de soldado, en esmoquin o con un sombrero de astracán) y ha colgado una inmensa bandera roja con su efigie sobre la entrada.
Después de pulir con energía uno de los cuadros, al que besa antes de volverlo a colgar, Erdal subraya "el amor muy especial de la región por Atatürk".
"Él es nuestro protector. Fundó nuestro país, nuestra república: todos estos retratos que ven aquí, solo hablar de ellos me emociona", dice con los ojos humedecidos.
Sin embargo, Kemaliye se abstiene de exhibir su historia: sus calles apenas están adornadas y solo un puñado de escaparates lucen el retrato del "padre de los turcos".
Uno de los más decorados es el de Sevket Gültekin, taxista de 62 años y cantante voluntario, que también guarda la llave del pequeño museo.
Pero los turistas acuden a esta región a admirar sobre todo el Karanlik Canyon (cañón oscuro), uno de los cinco más profundos del mundo según la Unesco, atravesado por un afluente del Éufrates y muy apropiado para practicar kayak.
Normalmente no es hasta que llegan a Kemaliye que descubren su pasado.
"Cuando nuestro guía nos lo explicó, nos quedamos encantados", asegura Haluk Mutluay, de 58 años, llegado de la ciudad meridional de Mersin. "Atatürk cuenta mucho para nosotros, es nuestro padre", dice.
A.Meyer--MP