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Músicos de la academia Barenboim-Said, conmocionados por el conflicto en Oriente Medio
Músicos de la academia Barenboim-Said, conmocionados por el conflicto en Oriente Medio / Foto: Pierre-Philippe MARCOU - AFP/Archivos

Músicos de la academia Barenboim-Said, conmocionados por el conflicto en Oriente Medio

Las notas de los músicos suenan armoniosas en un escenario de Berlín. Pero los jóvenes virtuosos israelíes y árabes de la academia Barenboim-Said están tristes y preocupados por el conflicto en Israel y Gaza.

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Trabajar con su instrumento, actuar en conciertos y estudiar en inglés Filosofía, Historia y Literatura forma parte de la rutina de esta formación que mezcla música y humanidades, y que se vio trastornada desde el 7 de octubre con el ataque sin precedentes de Hamás contra Israel, que responde bombardeando incesantemente la Franja de Gaza.

"La situación siempre fue compleja, pero actualmente es el momento más difícil desde la creación de la academia en 2016", confía a la AFP el violinista Michael Barenboim.

Hijo del director de orquesta Daniel Barenboim, es el decano de esta escuela única, nacida del sueño de paz del maestro israelo-argentino y del intelectual palestino Edward Said, hoy fallecido.

Las clases cuentan actualmente con 80 estudiantes: 17 israelíes, 6 palestinos, egipcios, libaneses, iraníes, sirios, turcos, pero también un alemán, un noruego y un venezolano.

"Emocionalmente es muy complicado" en un contexto en el que, como mínimo, "todo el mundo conoce a alguien que conoce a alguien" directamente afectado por el conflicto, añade Michael Barenboim, de 38 años.

Más de 1.400 personas murieron en Israel, según las autoridades, la gran mayoría de ellas civiles que fueron víctimas de los comandos de Hamás el día del ataque.

La bombardeos israelíes en la Franja de Gaza mataron a más de 7.300 personas, entre ellas más de 3.000 niños, según el ministerio de Salud de Hamás.

- Música para sanar -

La emoción era palpable en un concierto reciente de la academia en Berlín.

Antes del minuto de silencio, el público recibió un mensaje de los estudiantes en una hoja de papel que decía: "Nos sentimos tristes y nuestros pensamientos están con las personas afectadas por la situación devastadora en Palestina e Israel".

Después de interpretar el Idilio de Sigfrido de Wagner y dos sinfonías -de Prokofiev y Beethoven-, los jóvenes se abrazaron.

Daniel Barenboim, de 80 años, que dirige solo pocos conciertos debido a su estado de salud, estaba esa noche en el atril.

"Que la música nos acerque y cure una pequeña parte de nuestros corazones. No podemos hacer otra cosa que esperar paz, libertad y seguridad", decía el mensaje de los estudiantes.

"Es duro, todos están afectados. El ambiente es denso", dijo al final del concierto un palestino de 19 años, que prefiere no revelar su identidad y estudia desde hace dos años en esta institución.

Su familia, originaria de Cisjordania, tiene amigos en Gaza. "Muchos estudiantes consultan constantemente sus teléfonos móviles y están en contacto con familiares y amigos", explica Regula Rapp, directora de la academia.

"Hay discusiones entre nosotros. Intentamos escucharnos. A veces estamos de acuerdo, a veces no. No es fácil", detalla el joven palestino.

La academia es la prolongación de la West Eastern Divan, orquesta fundada en 1999 por el mismo dúo de personalidades, cuyos músicos -también oriundos de Oriente Medio- actúan en todo el mundo para promover el acercamiento de los pueblos.

La escuela aumentó la oferta de apoyo psicológico a través de terapeutas y estableció líneas telefónicas en hebreo y árabe.

Rapp espera que "la rutina de clase, música y práctica del instrumento ayude a los estudiantes a estabilizarse".

Para entrar en esta institución gratuita, que ofrece una beca a los estudiantes y los aloja los dos primeros años, la selección es dura. Solo uno de cada tres, o de cada cuatro, según el instrumento, es admitido.

A Michael Barenboim le gustaría que los músicos de la academia actúen en todos los países de Oriente Medio de los que proceden los jóvenes.

"En este momento no se puede tocar en ningún país salvo Turquía, debido a los pasaportes y a la presión", detalla. "Es un sueño del que estamos muy lejos, no sé si viviré para verlo", lamenta.

I.Frank--MP