Los artificieros ucranianos, "indispensables" en la guerra contra Rusia
En una mañana helada, los bucólicos campos del Donbás, en el este de Ucrania, están tranquilos y silenciosos cuando de repente una enorme explosión hace temblar el suelo y surge una humareda negra elevándose hacia el cielo.
El sargento artificiero, que responde al nombre de guerra de "Boller", se levanta cubierto de tierra tras haber detonado una mina antitanque durante un ejercicio de entrenamiento.
"Esto hace que los soldados se familiaricen con las explosiones", explica el hombre, de 43 años, antes de golpear otra mina con el extremo de una pala, haciendo retroceder a todos los soldados presentes.
Sin embargo, su trabajo habitual es desactivarlas en la primera línea del frente, en contacto con los rusos, flanqueado de dos soldados encargados de cubrirlo.
"La mayoría de las veces trabajamos de noche, tanteando el terreno con una varita o con las manos", explica Boller. "Nos arrastramos por el suelo, en el barro, en la mierda... Los rusos están por todas partes", detalla.
En la actualidad, las minas forman una línea de frente prácticamente fija que se extiende a lo largo de más de 1.000 kilómetros desde el sur hasta el noreste de Ucrania.
Oleksi Reznikov, entonces ministro de Defensa, estimaba en agosto de 2023 que Ucrania era "el país más minado del mundo", destacando la importancia de los artificieros.
Para el coronel Oleg Shivarski, jefe del departamento de la acción antiminas en la Defensa ucraniana, los artificieros se convirtieron en "indispensables" en el desarrollo de la guerra.
"Las unidades mecanizadas nunca iniciarán una ofensiva antes que los artificieros limpien en terreno", detalla a la AFP.
Los artificieros, cuyo lema es "siempre por delante de los primeros", están en contacto directo con la línea del frente, incluso antes de las tropas de asalto.
"Una vez estuve a solo 120 metros de los rusos y los oía insultarme", cuenta Boller.
- Muertos y amputados -
Con el tiempo, su trabajo se ha vuelto más peligroso. "Los rusos conectan las minas. Si intentas secuestrarlas, puedes matar a toda tu unidad", subraya el artificiero.
Boller perdió a muchos amigos y colegas que hacían el mismo trabajo que él. "Los que no murieron perdieron sus piernas", dice tristemente. "Pero eso no me detendrá", resalta.
Antes de la invasión, era paisajista en Alemania y tenía un buen sueldo, pero lo dejó todo atrás para combatir, ante la necesidad de artificieros. Sin embargo, se trata de una labor para la que no todo el mundo vale, matiza.
"Además de distinguir los explosivos, hay que conocer su composición química, saber cómo tratarlos. Hay que estar formado. Es difícil encontrar a gente inteligente y que no tenga miedo", destaca.
Para el coronel Oleg Shyvarsky, actualmente hay un problema de reclutamiento. "Mucha gente no entiende la responsabilidad que les incumbe y simplemente tienen miedo de estudiar para hacerse zapadores", explica a la AFP.
Sin embargo, Shyvarsky apunta que la situación "no es crítica" gracias a la asistencia internacional y a la apertura de nuevos centros de formación.
- "Tener olfato" -
Anatoly, de 42 años, también es zapador. Mientras coloca unos cuantos dispositivos falsos para entrenar a los soldados, cuenta que la formación no basta, que los artificieros deben actualizarse constantemente.
"Los rusos tienen muy buenos zapadores, quizá los mejores, no es un secreto", explica.
"Están inventando una técnica nueva que nos obliga a evolucionar", agrega el militar, indicando que un buen zapador debe tener "olfato, intuición".
Ante los nuevos reclutas, muertos de frío, da una clase, con una mina en la mano: "Un billete, un paquete de cigarrillos, un teléfono... Sea lo que sea lo que os haga fantasear, será seguramente una trampa", explica.
"Hemos perdido incluso a soldados por culpa de un pack de Pepsi manipulado" que contenía explosivos, lanza.
Entre el uso de minas antipersonales combinadas con minas antitanques, los nuevos explosivos de detonación sísmica o el lanzamiento por helicóptero, el coronel Shyvarsky ha constatado una verdadera "innovación del lado ruso" desde que empezó el conflicto, hace dos años.
"El enemigo coloca las minas al azar, sin ninguna estructura específica. En algunas zonas, las minas se colocan a menos de medio metro unas de otras", dice.
Según él, nadie puede decir cuántas minas quedan en Ucrania.
"No lo sabremos hasta que no desocupen el territorio", señala. "Debe de haber tantas minas que nadie puede contarlas" todavía.
L.Gschwend--MP