Las relaciones UE-CELAC, ante el riesgo de un freno por las elecciones europeas
El proyectado fortalecimiento de la extrema derecha en las elecciones europeas de junio puede representar un freno en las relaciones de la UE con América Latina, especialmente en materia de acuerdos comerciales como el de UE y Mercosur, negociado desde hace dos décadas.
Después de ocho años de frío distanciamiento, la Unión Europea y el bloque latinoamericano y caribeño (CELAC) celebraron una esperada cumbre en Bruselas en 2023, y los dos bloques planean otra en 2025 en Colombia.
La cumbre de 2023 era aguardada con impaciencia pero la discusión pareció diluirse en un ambiente afectado en forma evidente por los años de escaso diálogo.
En esa cumbre, los latinoamericanos no escondieron su reticencia a sumarse en forma automática a la postura de la UE sobre la guerra en Ucrania.
En tanto, los países de la UE se sorprendieron al constatar que en vez de discutir la guerra en Ucrania el bloque caribeño insistió en su conocida postura de exigir compensaciones por la esclavitud.
Los dos bloques deberán reencontrarse al más alto nivel el próximo año en Colombia, pero un fortalecimiento de la extrema derecha en las elecciones europeas de junio podrá incidir en ese diálogo.
El fortalecimiento y ampliación de la influencia de la extrema derecha en el Parlamento Europeo abriría la puerta a posturas proteccionistas.
En la Comisión Europea, la actual presidenta, Ursula von der Leyen, es candidata a un nuevo mandato, aunque aún resta ver cómo ordenará sus prioridades en un escenario en que la extrema derecha es más influyente.
Para la eurodiputada socialista española Mónica González -nacida en Argentina-, con el fortalecimiento de la extrema derecha el nuevo Parlamento Europeo deberá "tender al proteccionismo" en materia comercial.
Sin embargo, indicó, hay ya leyes y normas aprobadas y ratificadas en la UE que harán muy difícil que haya un retroceso. "No se va a volver atrás, pero sí se va a frenar" la relación entre la UE y América Latina y el Caribe, dijo.
"Pero frenar no quiere decir retroceder, sino apenas llevar [la relación] en otro ritmo", reforzó.
Para el experto brasileño Gustavo Gayger Muller, del Centro de Estudios de Gobernanza Global, en Lovaina, Bélgica, es necesario diferenciar, entre los movimientos de extrema derecha, a los denominados "euroescépticos", que desconfían de las instituciones europeas.
En su visión, se registra "un fortalecimiento de partidos euroescépticos, pero la presidencia del Parlamento Europeo seguirá siendo de alguien moderado" y por eso será clave acompañar como se decanta la elección al frente de la Comisión Europa.
- Un "socio confiable" -
Aunque el Parlamento Europeo tiene que discutir y aprobar acuerdos comerciales, las negociaciones comerciales están centralizadas en la Comisión.
"A Von der Leyen no la veo como la líder más entusiasta con relación a América Latina", dijo Gayger Muller, para recordar que la dirigente alemana tiene preocupaciones más apremiantes.
La nueva Comisión Europea tendrá que optar "entre mantener la prioridad en la negociación de acuerdos bilaterales o multilaterales, o cambiar el rumbo hacia medidas unilaterales", dijo el experto.
Sin embargo, añadió, algunos temas centrales de su agenda, como la transición ambiental, deberán también tener un impacto en la relación con América Latina.
Una de las críticas a Von der Leyen, dijo, es que utilizó hasta ahora un discurso "bastante verde, pero al que le faltó implementación" y si resulta reelecta a otro mandato "habrá una mayor presión en ese sentido".
Para González, a su vez, es crucial movilizar "el voto progresista para que no se frenen las relaciones con América Latina".
El bloque de CELAC "es un socio confiable" y un "aliado estratégico" para la UE, dijo la legisladora.
En opinión de González, las empresas europeas no van a dejar de tener sus negocios con América Latina, pero eso ocurrirá en un ambiente de acuerdos con países específicos y "no una política europea".
La UE difícilmente firmará "algún acuerdo más de asociación" en la próxima legislatura y por ello "vamos a presenciar un enfriamiento" con América Latina.
Este cuadro deja envuelto en la incertidumbre el futuro del acuerdo de la UE con el Mercosur, negociado desde hace más de 20 años y aún sin ser finalizado.
El acuerdo parecía estar muy cerca de ser cerrado a fines de 2023, pero a partir de 2024 el ímpetu se diluyó drásticamente. Desde entonces las reuniones se mantuvieron solamente a nivel técnico.
Después que el acuerdo fue anunciado en 2019, la UE pasó a exigir capítulos adicionales, en particular referidos a la protección ambiental y estándares de calidad, y en contrapartida por los países del Mercosur también formularon nuevas demandas.
El acuerdo UE-Mercosur crearía un mercado integrado con casi 800 millones de habitantes.
J.Becker--MP