El hartazgo por la estrechez económica impulsa a la ultraderecha en un exbastión comunista francés
Un "hartazgo" por los fines de mes difíciles y la idea de que los extranjeros son tratados mejor que los locales han hecho que un exbastión de la izquierda en el norte de Francia haya optado con más del 70% de los votos por la ultraderecha en las recientes presidenciales.
"Derecha o izquierda, poco importa, lo que queremos es un cambio para los obreros", dice Marcel Evrard, de 61 años, hijo de un minero comunista, que votó por el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, en la primera vuelta de las presidenciales francesas.
Pero en el balotaje votó por la ultraderechista Marine Le Pen, sobre todo para "bloquear" la reelección del centrista Emmanuel Macron y su proyecto de aplazar la edad de jubilación "a los 65 años". El mandatario, que fue reelecto el domingo para un segundo mandato con 58,55% de los votos, quiere aplazar progresivamente la edad de jubilación a 64 o 65 años antes de 2031.
Evrard, empleado en el sector de obras públicas, pide "buenos sueldos, la jubilación a los 60 años y respeto", explica, sentado en un café frente al mercado de Auchel, una antigua ciudad minera del norte de Francia.
En esta localidad de 14.000 habitantes, bastión comunista hasta inicios de los años 2000, solo queda de la mina, que empleaba a 15.000 personas, un pequeño museo.
Ahora, sus habitantes deben ir a las ciudades vecinas para encontrar trabajo.
- "Racismo" y "angustia" -
Marine Le Pen, que es diputada por una circunscripción vecina, obtuvo allí 51% de los sufragios en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y 71% en la segunda. A nivel nacional, consiguió 41,45% en el balotaje.
En Marles-les-Mines y Calonne-Ricouart, dos localidades aledañas, alcanzó 76% y 74% respectivamente.
Los "extranjeros" que "trabajan y reciben sueldos como nosotros" no son un problema para Evrard. Pero ha salido en varias ocasiones a manifestar en contra de que se contrate a italianos o rumanos, que reciben salarios inferiores.
Otra lugareña, que pidió que no se cite su nombre, estima que muchos "franceses, que merecerían recibir ayudas sociales, no las reciben".
"La inmigración cuenta también" en la decisión de votar por la Agrupación Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, añade Patricia, 62 años e hija de un exconsejero municipal de izquierda.
"Hay ayudas para los más pobres, pero a nosotros nos han olvidado", se lamenta esta jubilada, que prefiere no dar su apellido, y que afirma que tuvo que vender su casa por falta de dinero.
"Hay cada vez más racismo", nota Alain Dutoit, de unos cincuenta años, pero dice entender la "angustia" de sus conciudadanos.
De acuerdo a Pierre Wadlow, doctor en ciencias políticas en la universidad de Lille (norte), en las ciudades como Auchel, lo que nutre el voto por la ultraderecha es la pérdida de la identidad obrera, sobre todo entre los jóvenes y en los barrios con muchos extranjeros.
La ultraderecha se ha beneficiado del cierre de grandes industrias, en donde había "colectivos fuertes de mano de obra", que eran una base para la izquierda, explica Wadlow, cuyos trabajos se centran en la politización de las clases populares en las ciudades mineras.
- "Vivimos con muy poco" -
Para Daniel Lecucq, otro habitante de Auchel, si este antiguo "bastión rojo" pasó a la ultraderecha es debido a toda la "miseria". "¿No ve usted como todo ha subido de precio desde hace 20 años?", dice este jubilado.
"Estamos hartos de Macron, nos toma por tontos, vivimos con muy poco", coincide Patricia Blondel, de 58 años. Marine Le Pen "nos comprende" y "quiere hacer de Francia lo que era antes".
Para el alcalde centrista de Auchel, Philibert Berrier, los resultados históricos de RN en su ciudad se explican por el "hartazgo" de una población que ve su modo de vida "degradarse".
H.Erikson--MP