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El arsenal de sueños rotos de los soldados ucranianos
Soñaban con fundar una empresa, crear una familia, comprar un piso o escalar montañas. Sin embargo, estos ucranianos terminaron combatiendo al ejército ruso en una guerra que jamás desearon.
Tres años después del inicio de la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, la AFP habla con varios soldados sobre las esperanzas que se desvanecieron con el conflicto.
- Moroz, sueños de paternidad
Mikola era chofer antes de ser movilizado en 2023 y adoptar el nombre de guerra de Moroz. En el ejército sigue al volante, pero ahora manejando vehículos militares para evacuar soldados o entregar material en el frente, dice el hombre de 30 años.
Nunca se imaginó en uniforme. Tampoco muchos de sus allegados que "ni siquiera podían creerlo" cuando se enroló en el ejército, cuenta.
"Si no fuera por el ejército, habría fundado una familia", afirma el soldado de sonrisa cándida, originario del oeste de Ucrania.
Aunque considera que "el amor es necesario", tener hijos en medio de una guerra es "un poco aterrador", admite. No será hasta que termine la guerra que "empezaremos a vivir".
- Alina y la sed de venganza
Alina, una trabajadora sanitaria militar de 45 años, cree que el conflicto era inevitable "con un vecino así".
"Pero si no hubiera guerra, tendría una familia, niños, una casa, una vida feliz y apacible y una empresa", enumera. "Como decimos en Ucrania, pan con mantequilla y caviar por encima".
Lleva en el ejército desde 2018. Para ella, como para muchos ucranianos, la guerra no empezó hace tres años, sino en 2014, cuando Moscú se anexó la península de Crimea y armó a separatistas prorrusos en el este del país.
Alina no ve cerca el fin del conflicto y se entrena ahora para convertirse en francotiradora, una función más peligrosa y pocas veces desempeñada por mujeres.
"Tengo 45 años, ya he vivido mi vida. Después de ocho años de militar, todo lo que me queda es la sed de venganza", asegura.
- Oleksandr, fundar una empresa
Oleksandr tomó las armas en 2014 para luchar contra los separatistas prorrusos. Defendió el aeropuerto de Donetsk y combatió en "casi todas las zonas calientes" hasta 2018.
¿Qué pasó entonces? "Me tomé una pausa para un cigarrillo", dice bromeando. En realidad, terminó en prisión por robar un vehículo.
Cuando Ucrania ofreció a los presos la posibilidad de unirse al ejército en 2024, él la aprovechó. "Y aquí estoy", dice a la AFP este soldado del batallón de asalto Alkatraz.
En su vida soñada, ahora habría fundado una empresa de construcción y sería padre. Todavía piensa a veces en ese sueño, pero al mismo tiempo está convencido de que la paz tardará años en llegar.
Es un sentimiento algo contradictorio para él. "En cierto modo, la guerra también me ha ayudado, porque de otra forma todavía estaría en prisión".
- Oleg, el alpinista
Oleg, de 33 años, era fotoperiodista hasta su movilización el año pasado. Tenía ambiciones profesionales, pero también "deportivas".
Este fan del alpinismo quería conquistar seguir conquistando cimas, especialmente la emblemática montaña suiza del Cervino, explica sonriente.
El nacimiento de sus dos hijos primero y la pandemia del covid-19 lo obligaron a posponer este proyecto, cuenta.
"Y ahora es la guerra", agrega este oficial de prensa militar. Sin embargo, no pierde la paciencia y se muestra convencido de que su momento "llegará".
- Artem, identidad perdida
Artem, un comandante de compañía de la 93ª brigada, no puede contener una risa amarga a la pregunta de qué sueños echó por tierra la invasión rusa.
"Todo quedó aplazado. Quería comprar un apartamento. Quería ser un padre presente para mi hijo", dice el hombre de 42 años.
También la vida social quedó apartada. "Muchos amigos se trasladaron a Europa. Otros están aquí, pero no tengo ocasión de hablar con ellos", agrega.
Este psicólogo que trabajaba en el sector humanitario se unió al ejército desde el comienzo de la invasión. "Había tantas ideas, pero la guerra las ha borrado".
Incluso su identidad previa a la guerra "se ha perdido", asegura este comandante, confiado en poder recuperarla con la paz.
S.Schuster--MP