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Del Watergate al Partygate, 50 años de un sufijo sinónimo de escándalo
Del Watergate al Partygate, 50 años de un sufijo sinónimo de escándalo / Foto: - - Consolidated News Pictures/AFP/Archivos

Del Watergate al Partygate, 50 años de un sufijo sinónimo de escándalo

Un robo fallido hace 50 años en los locales del Partido Demócrata, situados en Watergate, hizo entrar en la historia este edificio de lujo de Washington que se ha ido asociando con escándalos políticos, deportivos o artísticos.

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La noticia, revelada por el Washington Post, condujo a la dimisión del presidente Richard Nixon en 1974 y a la adopción del sufijo "gate" por la prensa estadounidense y mundial.

Al año siguiente se denominó "Bananagate" a los sobornos pagados por la compañía United Brands al presidente de Honduras para reducir los impuestos a la exportación de frutas.

La expresión se siguió usando. En la década de 1990, durante el doble mandato del demócrata Bill Clinton, los republicanos multiplicaron polémicas como el Troopergate o el Travelgate, después del despido de varias personas encargadas de organizar viajes de prensa en la Casa Blanca.

Desde entonces, el término traspasó la política y se habló de "Nipplegate", cuando quedó al descubierto un pezón de Janet Jackson en directo por televisión durante el intermedio de la Superbowl de 2004.

Y se ha asociado a uno de los escándalos más sonados del campeonato de fútbol americano, el "Deflategate", una práctica que consiste en inflar menos los balones para lanzarlos mejor, que empañó la imagen del legendario quarterback Tom Brady.

- "Opoli" en italiano -

El "gate" se ha exportado por todo el mundo.

Francia fue uno de los primeros en utilizar el sufijo en 1973, con el "Winegate", un caso de fraude en los grandes vinos que sacudió los viñedos de Burdeos. El "Angolagate", un escándalo de venta ilegal de armas al gobierno de Luanda en 1994, salpicó a muchos políticos franceses.

Y en 2017, el ex primer ministro François Fillon tuvo que renunciar a su candidatura presidencial por un caso de empleos ficticios en el que estaba involucrada su esposa, Penélope. El escándalo se conoció como "Penelopegate".

En Italia, el "Rubygate", un sórdido asunto de fiestas libertinas organizadas por el jefe de gobierno Silvio Berlusconi con jóvenes a veces menores de edad, adoptó el sufijo "opoli", elegido para la gigantesca operación anticorrupción Tangentopoli de los años 1990, o el Calciopoli, escándalo deportivo en el fútbol profesional.

En 1992, el diario sensacionalista británico The Sun lanzó el escándalo "Squidgygate", el apodo de un amigo de la princesa Diana, publicando el contenido de conversaciones telefónicas sobre su presunto romance.

Últimamente el primer ministro británico, Boris Johnson, ha sobrevivido a una moción de censura de su propio partido, harto de escándalos como el "Partygate", unas fiestas en Downing Street durante los estrictos confinamientos anticovid-19.

- "Monicagate" -

Pero a veces la expresión no cuaja.

En Estados Unidos, el caso de la venta ilegal de armas a Irán por parte del gobierno del presidente Ronald Reagan para financiar, también ilegalmente, la rebelión de opositores al gobierno socialista de Nicaragua, se llamó Irangate o Contragate. Pero pasó a la historia como el "caso Irán-Contra".

Bill Clinton estuvo a punto de perder el cargo, como Nixon, por su relación amorosa con la joven becaria Monica Lewinsky, pero no se le asoció con un "Monicagate".

Para Merrill Perlman, experiodista del New York Times, en ese momento había aversión en la prensa a agregar el sufijo a cada escándalo. Y, además, "el lenguaje es volátil".

Donald Trump se enfrentó al "Russiagate", sospechas de interferencias de Moscú en las elecciones presidenciales de 2016, y al "Ukrainegate", cuando se le acusó de chantajear a Kiev para obtener información comprometedora contra Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020.

Pero las expresiones han caído en el olvido ante la infinidad de polémicas que rodean al multimillonario republicano.

La cantidad de "gates" en la prensa mundial también ha diluido el alcance del escándalo original en la política estadounidense, estima Merrill Perlman. El término "ha perdido mucho de su peso político, la parte de la desgracia presidencial, debido a cosas como el Nipplegate y el Deflategate".

D.Wolf--MP